Hacia el fortalecimiento de la tarea docente

La escuela hoy, más que nunca, está convocada a dar respuestas a diferentes demandas sociales y culturales que atraviesan a las familias, a los educandos, a los docentes y a las instituciones educativas, unidades constitutivas de la realidad educativa.

Vivimos en una cultura competitiva que da a los jóvenes un valor de éxito en los logros económicos y de poder sobre los otros, lo que promueve que los educandos soliciten saberes que con poco esfuerzo de trabajo les permitan acceder a puestos laborales con altas remuneraciones y tiempos libres, a fin de llevar una vida placentera, y no pocas veces, lujosa, tal como los medios de comunicación publicitan.
Ante tales exigencias, las instituciones educativas refuerzan capacitaciones para sus equipos, a veces escindidos, a efectos de implementar nuevos recursos pedagógicos que, además de procurar saberes actualizados, satisfagan demandas personales, resuelvan conflictos con los aprendizajes, estimulen motivaciones, creen cooperación grupal y pertenencia social, a la espera de que el docente recree su estatus y su rol, sin por ello aumentar proporcionalmente su bienestar económico.
El agotamiento de las defensas ante el estrés acumulativo llega al estado de distrés y aumenta la vulnerabilidad de quienes se sienten con el peso de ser modelo y de modelar personalidades y ciudadanías.

 

Algunas preguntas básicas

  • ¿Pueden enunciarse las vulnerabilidades que encuentra el docente en su quehacer?
  • ¿Tienen alguna correlación con las de sus educandos?
  • ¿Pueden agruparse y ejemplificarse para acordar una comprensión común?
  • ¿Hay algunos abordajes para el cambio hacia las fortalezas que se puedan asumir?

 

La reprobación continua obtura la organización y el emprendimiento de innovaciones en los proyectos de vida pues abre un cisma entre el querer y el poder.

 

 

Consideremos las dos grandes vertientes de la vulnerabilidad: los miedos y los desconocimientos. Los primeros son la base emocional del afrontamiento de los conflictos de sobrevivencia que afectan al Ser y, los segundos, los resultados de la no adquisición de saberes para dicha sobrevivencia y para trascenderla creativamente en el Hacer-siendo.

Los miedos en el sentimiento y conciencia del ser: miedo a no ser amado, miedo a no ser aceptado, miedo a no ser reconocido (ser alguien significativo para otros) y miedo a no ser aprobado. Los tres primeros afectan el núcleo de la identidad personal y el tercero la identidad vocacional- ocupacional, entendida ésta como la autodefinición y autoestima del ser-haciendo.

Los desconocimientos en el Hacer: suelen enunciarse por los consultantes: «No sé qué, no sé cómo, no sé para qué, no sé para quién.» Los tres primeros afectan a la identidad ocupacional y el cuarto a la identidad vocacional-ocupacional.

 

Dimensiones de los miedos básicos

Las dimensiones de los miedos básicos se refieren a las diferentes modalidades del desamor que, aun cuando se crea haber dado, puede no haber considerado la singularidad del receptor. No ser o no sentirse amado implica la falta de sostén existencial para encontrar el sentido de la vida.
No ser o no sentirse aceptado implica no ser admitido en la propia particularidad.
No ser reconocido por alguien significativo –comenzando por las figuras maternales– como un alguien distinto y no atender a su peculiar modalidad de motivaciones y esfuerzos extiende los miedos anteriores hacia la desvalorización, afecta el entusiasmo y la tenacidad para hacer, y el sujeto puede optar por la apatía que encubre tristezas y depresiones o censurar la posible propia identidad y desarrollar un estar «como si», enmascarando al Ser para mimetizarse con lo que se espera que se sea.

Accedé a este video que presenta las situaciones descriptas y brinda opciones superadoras.

 

Por último, la reprobación continua, ya estableciendo un puente más directo con el Hacer, obtura la organización y el emprendimiento de innovaciones en los proyectos de vida pues abre un cisma entre el querer y el poder.

 

Descubrir fortalezas y convertir las debilidades en fortalezas

El primer requisito es ubicarse en el andén del diagnóstico de cada situación y analizar vulnerabilidades y fortalezas de quienes las viven. Solamente una atenta y empática escucha, con la elaboración de hipótesis conjuntas, nos permitirá arribar a la primera estación para planificar las intervenciones.
Tomaremos un ejemplo y argumentaremos al final de su relato el porqué de esta elección.

Los alumnos de sexto grado de una escuela primaria se encontraban conmocionados por la muerte de Lucas, hermano mayor de Andrés –quien es compañero de ellos– en un accidente de moto. Los docentes hablaron en clase de la situación, del duelo de la familia y el dolor de su amigo. Aprovecharon la ocasión para tratar los peligros de la calle y las formas de precaución.
Nada sirvió para que la aparente indolencia y la desatención se diluyeran por lo que los maestros a cargo solicitaron la consulta y pidieron un taller de estimulación de la motivación. Entendemos esta solicitud como una fortaleza que asumieron frente a sus debilidades de afrontamiento.
El primer requisito de la fortaleza es no negar las debilidades. A poco de preguntarles cómo creían que la motivación aumentaría, ante la sensación de que nada serviría, se pasó a tratar cómo ellos mismos habían enfrentado la muerte de sus seres queridos. Sus recuerdos denotaron que en algunos docentes no se había elaborado la pérdida de padres, abuelos, y otros afectos cercanos.

Para organizar el taller-laboratorio se tomaron en cuenta estas confidencias a las que se agregó el temor a la propia muerte. Ante la futura extinción, incluida en la condición de vivir, se consideró las pocas veces que se le da mayor valor a la vida cotidiana y se dejan por el paso apurado vivencias tan simples como apreciar un amanecer o degustar una lectura solamente por placer.
Se prepararon diferentes escenas teatralizadas de las que surgió, entre otras conclusiones, la instauración de la queja como forma de relación y el desaprovechamiento de comunicar sensaciones placenteras, subsumidas en lamentos que a veces se extienden como una alfombra para ubicar en ella la simpatía y el acompañamiento de los otros.
Sentados en una hipotética alfombra, ésta sirvió para entender que en otras circunstancias se acumulan debajo de ella enunciados no dichos, silencios de rencor, pedidos acallados que conforman un montículo con el que tarde o temprano nos hemos de tropezar.
El libro de cuentos «Yo siempre te querré?» de Hans Wilhelm trajo al grupo las veces que no manifestamos nuestro amor a nuestros seres queridos y la frase de Roberto Arlt «sólo se pierde lo que no se ha vivido» ayudó a llegar a entender que no percibimos mucho de lo que vivimos y lo condenamos a una muerte innecesaria.
Dos docentes con creencia religiosa aportaron lo que su fe les señala como otra dimensión del alma y la Muerte fue incluida en un viejo principio oriental que dice: «Nadie aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir». Nuevamente la alfombra, ahora mágica, sobrevoló por el tiempo y pudieron visualizar el morir como una conclusión y no como una oclusión.
Luego de dos horas y media, se concluyó que el amor a sí mismo implica cuidados y que el amor a los otros, pertenencias y programas de encuentro en los que los duelos también tienen su cabida y que hay que darse el tiempo para elaborarlos.
No se indicó que armaran un programa específico para sus estudiantes, sino que el centro de la elaboración se ubicó en sus actitudes de comprensión y espera, mientras se continuaba con los programas establecidos, dándoles un pequeño agregado de su aprovechamiento en ecología ambiental y social sin que fuera una sobrecarga dada por esta situación.
El seguimiento de sus intervenciones denotó distensión en el aula y a los casi dos meses se restableció el ritmo de los aprendizajes.
Rescatar al ser y no solamente estar en el escenario docente, el hacer con- juntamente como cooperación necesaria para no salir del camino, tener confianza en sí mismos y disponer de sus propios recursos con la creencia en su disponibilidad reflexiva, les permitió abrir otras posibilidades creativas en su tarea y optimizarla con algo que a veces dejamos en el costado: el buen humor.

Hemos elegido este ejemplo por cuanto se trata de una situación límite de la existencia y que denota que, por tal razón, debe tratarse en primer lugar desde la repercusión emocional y, en segundo lugar, desde la racionalidad.

A modo de conclusión

Todo ser humano tiene debilidades y fortalezas. Todo ser humano trata de defenderse del dolor de las formas del desamor, de la reprobación y a veces no conoce por qué no se atreve a saber o éste se ha circunscrito a utilitarismos que resultan ajenos e insuficientes a la necesidad y deseo de poder Ser.
La mejor capacitación no recae en los preceptos y modelos que no tengan en cuenta a los aprendientes con su inteligencia existencial que integra emoción, pensamiento, convivencia y posibilidad de amar. El enlace es condición de fortalecimiento y dilución de las vulnerabilidades.

Accedé a este video que analiza la gestión de emociones en el marco los procesos de aprendizaje y brinda conceptos que te serán útiles en la práctica diaria.

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