Para leer de un tirón: «Nuestro canuto» de Ema Wolf

Los cuentos estimulan la fantasía y la imaginación de los niños y les abren un abanico de posibilidades que amplía su horizonte de experiencias.

Este cuento de Ema Wolf aporta el placer de un texto entrañable, y la posibilidad de investigar las características del cuento fantástico, pero sin desvirtuar el objetivo principal de la actividad: el libre disfrute de la propia experiencia lectora.

 

Nuestro canuto

de Ema Wolf

 

En el pueblo todos tenemos un perro.
Apareció en la plaza, me acuerdo, una mañana de festejos, mientras el intendente inauguraba un cantero.Fue justo al final del discurso que el perro cruzó por delante del escenario, de modo que recibió los aplausos de la multitud y era de ver lo agradecido que estaba el animal. Debe de ser por eso que se quedó.
Está bien que se llame Canuto.
No es de raza. Nunca lo fue.
El Canuto es de todos un poco, como ya dije.
Los jueves come en lo del farmacéutico, a pesar de que allí una vez lo bañaron. Los viernes almuerza pastas en lo de las hermanitas Landaburu y cena con el peluquero. Los sábados pasa el día en la parrilla del club, a la noche desaparece y el domingo a la mañana va a la salida de misa. El resto del domingo corre a los gatos de la curandera. El lunes se reparte entre varias casas conocidas según su estado de ánimo.
Los martes va a lo de mi padrino Arturito.
O sea que el Canuto es de la familia, pero solamente los martes. Igual lo queremos como si fuera nuestro todos los días.
Arturito siempre fue de la opinión de que el Canuto tenía que aprender a hacer alguna gracia. ¿Qué perro no la hace? Él dice que enseñarle es más importante que darle de comer porque las comidas pasan pero las enseñanzas duran para siempre. Tiene razón; es lo mejor que se puede hacer por el perro. Sobre todo considerando que el Canuto va a algunas casas finas y en esos lugares está bien visto que los perros hagan una gracia.
Al principio mi padrino estaba desalentado. El Canuto parecía duro de mollera; no le entraba nada. No consiguió que diera la pata, se hiciera el muerto o trajera palitos en la boca. Arturito tiraba el palo y esperaba. El Canuto también esperaba que Arturito fuera a buscar el palo.
Pero después se vio que el animal estaba para algo más importante, no esas estupideces que, después de todo, las hace cualquier perro.
Hace un par de semanas Arturito consiguió una gracia verdaderamente sorprendente: el Canuto se eleva,  sube, se despega del piso con sus cuatro patas. Lo consiguió tocando el tonete: mientras Arturito sopla, el perro levita.

El tonete es un instrumento sencillo y rústico. Soplado por mi padrino produce una melodía extraña, bellísima, como la canción de amor de un pastor irlandés de las Tierras Altas que llama a su amada para devolverle una oveja.
La cuestión es que apenas escucha las notas ascendentes el Canuto se eleva; y baja cuando Arturito hace descender la melodía hacia las notas más graves. El ascenso y descenso del Canuto deben tener que ver con la ley de gravedad.
Es de veras impresionante. Que yo sepa, nunca, se ha visto algo así. Al menos en este pueblo.
Primero pensamos que era una habilidad natural del perro (algo hay, sin duda) y que el tonete tenía virtudes maravillosas. Lo más probable es que mi padrino sea un prodigioso encantador de perros o que el poder esté en esa melodía que suena como el llamado de amor de un pastor irlandés de las Tierras Altas, etc. Tal vez sea una combinación de todo eso.
Bien mirada, hasta es una gracia útil: se puede pasar la aspiradora o el escobillón sin molestar al animal.
Arturito tiene motivos para estar orgulloso.
—¡Quién sabe hasta dónde llegará este perro! —dice.
Lástima lo del martes pasado.
Arturito soplaba el tonete, como siempre, y el Canuto estaba casi a la altura del alero cuando sonó el teléfono. Por mala suerte, era para mi padrino. Corrió a atender. Lo llamaban de Mercedes y tuvo que irse por no sé qué asunto urgente. Apenas tuvo tiempo de cambiarse el camisolín y pescar el último micro.
Yo sé, porque lo conozco, que él nunca hubiera dejado al Canuto así. Mi padrino no es de los que abandonan las cosas a medio hacer. Tampoco es un descuidado mi padrino; es un hombre con muchas ocupaciones.
Ahora no sabemos cómo bajar al Canuto. Tratamos, pero ninguno de nosotros es capaz de hacer sonar el tonete como una canción de amor del pastor irlandés, etc.
Digamos que el perro está muy bien, no necesita nada, le damos de comer con la escalera.
Solo que no hay forma de bajarlo hasta que vuelva mi padrino.
En el pueblo se estarán preguntando por él. Seguro que lo extrañan en las otras casas. Deben pensar que le pasó algo. A ver si todavía creen que vamos a quedarnos con el Canuto. Nada de eso. Es solamente por unos días, hasta que Arturito vuelva y lo baje.
Mientras tanto, es lindo porque lo tenemos,

 

 

Biografía de la autora, Ema Wolf

Ema Wolf nació en 1948 en Carapachay, un barrio el conurbano bonaerense. Se licenció en Letras en la Universidad de Buenos Aires, trabajó en periodismo y a fines de los ’70 comenzó a colaborar en publicaciones para chicos, entre ellas la revista «Humi» en 1981. Sus libros, de un humor absurdo, paródico, a veces surrealista, comienzan a aparecer en 1984. Algunos títulos, bajo distintos sellos, son: Los Imposibles, Maruja, Hay que enseñarle a tejer al gato, Fámili, La nave de los brujos. Varios fueron traducidos a distintos idiomas y recibieron premios o recomendaciones en destacadas listas como la del Banco del Libro de Venezuela y The White Ravens. Por Historias a Fernández obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil en 1994. La Fundación Konex la distinguió con el Diploma al Mérito en 1994 y 2004. En 2005, por su novela para adultos «El turno del escriba», escrita en colaboración con Graciela Montes, ganó el Premio Alfaguara de Novela, España. Fue candidata al Premio Hans Christian Andersen y en 2008 recibió la Mención del Premio Iberoamericano SM.
En síntesis, estamos frente a una escritora singular y valiosa en la literatura infantil y juvenil de la Argentina del siglo XX. Una escritora que renuncia a toda pretensión didáctica y recupera el placer como la motivación principal del acto de leer. El humor, casi surrealista, es un rasgo constante en sus trabajos.
Su producción para niños, tan prolífica como variada, abarca innumerables títulos, entre los que figuran El náufrago de Coco Hueco, Los imposibles, Pelos y pulgas, Preafán de Palos, Fámili, Historias a Fernández, Maruja, Hay que enseñarle a tejer al gato, La nave de los brujos, entre otras publicaciones de singular jerarquía literaria.

¡A pura imaginación!

Canuto, el perro callejero sensible a la música que toca Arturito, el padrino del narrador, nos pone frente a un suceso extraño que irrumpe en el mundo cotidiano y rutinario de un pueblo apacible. Ema Wolf ha colocado a los lectores frente a la duda y la imposibilidad de explicar los hechos narrados. Ha construido un cuento fantástico. ¿De qué tipo de relato estamos hablando?
Los cuentos fantásticos son narraciones en las que ocurre un hecho extraño o sobrenatural que altera la normalidad de la situación inicial, como ocurre con Canuto, un perro que se eleva inexplicablemente en circunstancias normales.
He aquí que el elemento fantástico rompe con las leyes naturales y produce asombro y duda tanto en los personajes como en el lector.
Algunas de las características de este tipo de texto podrían resumirse de la siguiente manera:

  • El cruce entre dos mundos ya que la realidad o lo que conocemos como tal se ve afectado por una situación extraña. De ese encuentro nace el conflicto del relato.
  • Temas que no responden a las leyes de la naturaleza, tales como fenómenos sobrenaturales, presencias invisibles, traslados en el tiempo, etcétera.
  • Sucesos que ocurren en un lugar y un tiempo reconocibles.
  • Un lector que cuestiona los hechos narrados o que los quiere explicar y no encuentra una respuesta racional.

Tengamos en cuenta, entonces, que en el cuento fantástico se combinan tanto sucesos y elementos verosímiles como inverosími les, tal el caso del perro Canuto, el perro del pueblo, convertido en un perro volador. Otro ingrediente muy presente en este tipo de narración es la ambigüedad, condición que abre el texto a una pluralidad de interpretaciones.

 

Bibliografía

  • BARRENECHEA Ana María, «Ensayo de una tipología de la literatura fantástica». En: Cuentos fantásticos Hispanoamericanos, Buenos Aires, Huemul, 1980.
  • JACKSON Rosemary. Fantasy. Literatura y subversión, Buenos Aires, Catálogos, 1986.
  • WOLF Ema. Fámili, Primera Sudamericana, Buenos Aires, Sudamericana, 1994.

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