Compromiso Social Aplicado desde el aula

El Compromiso Social Aplicado (CSA) (Vázquez, 2013) consiste en promover que cada persona encuentre el espacio en el que puede ser útil a la sociedad y se atreva a poner en juego su propia vocación de servicio. El CSA busca articular problemáticas sociales que necesitan soluciones urgentes con las fortalezas vocacionales de quienes aportarán su esfuerzo para resolverlas o intentar hacerlo. Supone corresponsabilidad, empoderamiento, resiliencia e integración social.

Dado que aprender a comprometerse trasciende un sector específico del saber, el CSA es —o debería ser— un contenido transversal en las asignaturas de la escuela primaria y de los siguientes niveles educativos.

Los docentes tenemos la fortuna no solo de acompañar a los niños en el descubrimiento de aquello que les apasiona hacer, sino también de ayudarlos a desarrollar sus habilidades y a orientarlas al servicio del otro. ¿Para qué? Para que llegado el momento logren unir vocación, profesión, pasión y misión en un proyecto de vida satisfactorio.

¿Cómo lo hacemos? Animándolos a preguntarse:

  • ¿Qué necesita el mundo?
  • ¿Qué necesita mi comunidad?
  • ¿Qué necesitan mis compañeros?
  • ¿Cómo puedo intentar una respuesta, desde mi lugar (desde aquello que aprendí y me gusta), ante esas urgencias?

Un aula en la que se propicia el Compromiso Social Aplicado tiene muchas posibilidades de ser un  Aula Emocionalmente Saludable (AES).

 

El Compromiso Social Aplicado es la situación óptima para que los proyectos que elaboramos en el aula resulten prósperos, inspiradores, sostenibles y sustentables.

 

 

¿Cómo articular los ODS con el Compromiso Social Aplicado?

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es una iniciativa firmada en septiembre 2015 por 193 estados miembros de las Naciones Unidas que amplía los 8 Objetivos de Desarrolllo del Milenio vigentes hasta entonces.

Consiste en «un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad». Contiene 17 ODS de carácter integrado e indivisible que conjugan tres dimensiones: el crecimiento económico, la protección ambiental y la inclusión social.

Esta Agenda supone un compromiso intergubernamental para alcanzar dichos ODS (con sus 169 metas y sus 230 indicadores) antes del año 2030.

Tomaremos uno de los 17 ODS, el N°4, referido a la educación. La ODS plantea: «Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos».

Sus metas abarcan temas que van desde la educación preescolar hasta la universitaria, las becas, la oferta de docentes calificados, los entornos de aprendizaje seguros, la formación permanente a lo largo de la vida, etcétera.

Basándonos en la noción de CSA, cada docente puede construir, junto a sus colegas y alumnos un proyecto que tome como punto de partida alguna de estas metas.

Por ejemplo, la meta 4.1 se propone asegurar que antes del año 2030 todas las niñas y todos los niños terminen la enseñanza primaria y secundaria. Para que esta meta se considere cumplida, dicha enseñanza debe ser «gratuita, equitativa y de calidad». Y debe «producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos».

Para evaluar esta meta, se consideran indicadores como la proporción de niños, niñas y adolescentes que han alcanzado al menos un nivel mínimo de competencia tanto en lectura como en matemáticas en los primeros grados al final de la enseñanza primaria y secundaria.

Para profundizar sobre Compromiso Social Aplicado, accedé a una entrevista de la autora.

 

 

Una experiencia de Compromiso Social Aplicado focalizando en el ODS 4

Si tuviera que definir el Compromiso Social Aplicado en una única línea, diría que consiste en sumar un objetivo solidario a aquello que hacemos por vocación y pasión. Mi modo personal de poner en juego este compromiso está vinculado a la literatura y la música. Por eso, cuando conocí el trabajo de la Asociación de Escritores Solidarios «Cinco Palabras» (España), no tuve ninguna duda, era allí donde podía colaborar escribiendo a beneficio de distintas causas.

En una de las revistas solidarias que tuve el placer de prologar, lo expliqué de esta manera:

«La idea que ha tenido Mar Olayo al crear esta Asociación, siempre me pareció maravillosa por un abanico infinito de razones, aunque, en este caso, elegiré solo una:

Casi sin darse cuenta —como quien quita astillas, barre el balcón o canta mientras riega las plantas— Mar está ayudando a cumplir algunos de los 17 ODS que han sido concebidos para volver al mundo un sitio más amable. Las causas elegidas mes a mes, nos convocan a ponernos en el lugar de alguien que podría ser cualquiera de nosotros y desde allí, tejer redes a favor de la salud, la educación, la equidad…

Es mi deseo que cada vez más escritores —y lectores— revelen su vocación solidaria y se sumen a este proyecto.  Porque, como dijo Viktor Frankl: “La vida exige de cada persona una contribución y depende de cada uno descubrir en qué consiste”».

 


Accedé al prólogo citado en la Revista Cinco palabras.

 

 

La tenacidad de la palabra: un proyecto 100% solidario

Cada semana, esta Asociación solicita a personalidades reconocidas de diversos ámbitos (diplomáticos, actores, deportistas, académicos) que donen cinco palabras. Luego, son enviadas a escritores de distintos países para que las transformen en una poesía o un microrrelato (de menos de 100 vocablos) respetando estrictamente su orden, género y número. Richard Gere, Lionel Messi, Almudena Grandes e Imanol Arias fueron algunos de los donantes de palabras.

Una vez publicados los textos resultantes, pueden ser descargados por un donativo para ayudar, de ese modo, a la causa solidaria de cada mes.

Luego de tres años en los que tuve la dicha de escribir a beneficio de 32 causas solidarias a través de la Asociación Cinco Palabras, surgió la idea de reunir mis textos en un libro a total beneficio de su proyecto de Alfabetización.

En alianza con la ONG «Be In África», la Asociación se propuso apadrinar a niños para que pudieran estudiar. La organización de conciertos benéficos, la proyección de documentales y la venta de productos desde la tienda solidaria fueron algunas de sus acciones. También acordamos que el 100% de lo recaudado con las ventas de mi libro La tenacidad de la palabra estaría destinado a cumplir con este propósito.

El pasado 11 de diciembre presentamos este libro, ilustrado por el pintor español Javier Olayo y editado por Juan Antonio Tirado, en la Biblioteca Esteban Echeverría. Contamos con los comentarios del Embajador Hugo Varsky, el escritor Mariano Manzanel y el Diputado Marcelo Guouman, quien explicó los motivos por los que la Legislatura porteña decidió declarar «De interés para la comunicación social» este libro.

En el cierre musical del acto, cantamos junto al músico Ariel Altieri. La manera de agradecer a todos los que se comprometieron en este proyecto de CSA fue recordarles —y recordarnos— la inmejorable frase de Eladia Blázquez: «No es lo mismo que vivir, honrar la vida».

 

De la abstracción a las personas. Escrito en tiempo real

Es el momento de retomar los ODS…

Este proyecto en el que todos pusimos en juego nuestro compromiso social aplicado (ilustrador, editor, autora, etc.) es un pequeño aporte al ODS N°4, en especial a la meta 4.3 que plantea: «De aquí a 2030, asegurar el acceso igualitario de todos los hombres y las mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria».

Mientras escribo estas líneas, Mar Olayo (presidente de la Asociación de Escritores Solidarios), actualmente de visita en Uganda, va compartiendo brevísimas historias de los niños y jóvenes apadrinados a través de este proyecto.

Me envía dos fotografías: la de Daphine «una de las jóvenes apadrinadas a través de este proyecto» y me cuenta que estudiará Administración y Empresas. Y la de Scovia, quien cumplirá su sueño de estudiar Magisterio.

La meta 4.5 plantea: «De aquí a 2030, eliminar las disparidades de género en la educación y asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de la enseñanza y la formación profesional para las personas vulnerables, incluidas las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y los niños en situaciones de vulnerabilidad».

Mientras releo los indicadores de esta meta, recibo otra de las historias desde Uganda: «Patrick perdió su capacidad auditiva por una malaria mal tratada y necesita retomar su escolarización. La semana próxima comenzará a estudiar en el Colegio de Integración Conon Apolo».

Este proyecto solidario de alfabetización es amplio y tiene en cuenta, además, la adecuación de las instalaciones a las que concurren los niños. Esto se relaciona con la meta 4.7. del ODS 4: «Construir y adecuar instalaciones educativas que tengan en cuenta las necesidades de los niños y las personas con discapacidad y las diferencias de género, y que ofrezcan entornos de aprendizaje seguros, no violentos, inclusivos y eficaces para todos».

Para terminar, comparto un breve video en el que Mar Olayo, junto a representantes del Proyecto Kusoma de la ONG «Be In África», explica desde Uganda el propósito del libro La tenacidad de la palabra.