Educación para adultos: cuando la segunda oportunidad es la que cuenta

La Educación para Adultos es un elemento central de nuestras sociedades. Constituye uno de los pilares sobre los cuales se asienta el funcionamiento de las mismas y es una excelente herramienta para reducir desigualdades estructurales, integrar a las personas y mejorar su calidad de vida. Se fundamenta en una concepción que es importante destacar: la de la educación como proceso continuo.

Lo primero es definir a la Educación para Adultos. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el término designa al «conjunto de todos los procesos educativos, formales, no formales e informales, gracias a los cuales personas consideradas adultas por la sociedad a la que pertenecen desarrollan y enriquecen sus capacidades para la vida y el trabajo, tanto en provecho propio como en el de sus comunidades, organizaciones y sociedades».

Ahora bien, esta amplia definición tiene la característica de ensalzar los aspectos positivos de esta práctica, pero oculta el más importante de ellos. Es que la Educación para Adultos está allí para reparar una falta, una ausencia, algo que debió ocurrir y no se dio de manera completa.

Pese a que la educación primaria y secundaria se ha masificado en el último siglo a niveles muy altos, todavía una franja considerable de los niños y las niñas que ingresan al preescolar no consigue terminar su ciclo educativo secundario. En la provincia más poblada de nuestro país, para no ir más lejos, poco menos de un tercio ven frustradas sus expectativas de culminar ese ciclo.

Vista desde la pedagogía, por lo tanto, la educación para adultos se podría conceptualizar como una praxis en cierto modo reparadora de un Estado que, consciente de no haber podido retener o convocar a un sector importante de la población a través de su sistema formal, va en su búsqueda para garantizarle su derecho a una educación básica.

 

La educación para adultos se podría conceptualizar como la praxis reparadora de un Estado que, consciente de no haber podido retener o convocar a un sector importante de la población a través de su sistema formal, va en su búsqueda para garantizarle su derecho a una educación básica.

 

Antecedentes 

A nivel universal, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la UNESCO promovió con mucha fuerza la educación para adultos y, desde finales de la década de 1970, esta tendencia se fortaleció en distintas latitudes.

En nuestro país, el 27 de noviembre se celebra el Día de la Educación para Adultos. La fecha revaloriza esta práctica educativa y conmemora que el 27 de noviembre de 1973, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, se creó la Dirección Provincial de Educación de Adultos de la Provincia de Buenos Aires, a través del Decreto N° 4626/73.

Este paso fue importante porque permitió dar autonomía a las escuelas de adultos que, hasta esa fecha, dependían de las escuelas primarias y pasaron a depender directamente del Ministerio de Educación provincial.

 

La deserción: el enemigo común

En América Latina, más del 90% de los niños y las niñas acceden al inicio de su educación. Esta cobertura elevada ha expandido la matrícula escolar a grados de masividad nunca antes alcanzados. Sin embargo, todavía persisten en la región niveles educacionales bajos en determinadas zonas si se los contrasta con los estándares internacionales.

Un alto porcentaje de adolescentes abandona el ciclo medio sin haber logrado el capital educacional mínimo y las destrezas requeridas para evitar caer en la pobreza. Esto determina que se incumplan derechos a la educación consagrados en todas las constituciones de nuestros respectivos países.

Esto ocurre por la deserción escolar, tal vez el principal enemigo del proceso educativo. Las razones son variadas, pero responden sobre todo a dificultades socioeconómicas, institucionales y familiares.

En Educación para Adultos se trata de un fenómeno que es aún más doloroso: el abandono de la formación se agudiza y se hace más contundente a medida que avanza la edad de las personas. Esta segunda oportunidad, cuando se la deja pasar, suele ser la última.

Por ello, es importante implementar programas flexibles y atractivos que contemplen las necesidades de esa franja de la población y que tengan en el centro de su interés el motivar a estos individuos a insertarse en la sociedad. Las alternativas deben ir de la mano del mercado laboral, un gran incentivo para quienes sienten que han perdido el eslabón que los unía al entramado social.

 

 

Educación y trabajo

Si tenemos en cuenta que la Educación para Adultos incluye la educación para jóvenes a partir de los 16 años (con diferencias, esto encuentra consenso en todo el mundo), estamos hablando de una actividad educativa destinada a preparar a las personas para su reinserción en el mundo laboral.

De lo que antecede puede inferirse que, de todas las funciones de la educación, la orientada a lo laboral será la que prime en esta etapa, por una característica etaria y, al mismo tiempo, por su perentoriedad. La Educación para Adultos tendrá entonces la misión primordial de capacitar a las personas para el trabajo, de hacerlas aptas para el sistema productivo.

Este anclaje en el mundo laboral destaca, asimismo, una paradoja muy fuerte, ya que la población a la que se apunta desertó, en buena medida, por la obligación de conseguir un empleo para garantizar la subsistencia. Y esta urgencia, que el Estado no pudo resolver de otro modo, es la que conspiró para que esa necesidad básica no pudiera ser satisfecha. Las razones de la deserción son múltiples y variadas. Pero la principal está asociada a esta causa, lo cual no hace más que reproducir una injusticia.

Aumentar las franjas de población activa es un imperativo para cualquier comunidad. La pasividad prolongada como derivación de la falta de escolaridad constituye un problema muy grave para una sociedad en desarrollo.

 

La alfabetización como ciudadanía 

Cuando hablamos del derecho a la educación, la alfabetización se nos presenta como centro ineludible. Si bien el primero no puede reducirse a la segunda, sin alfabetización no hay educación posible.

La alfabetización comprende la adquisición de la lectura, la escritura y el cálculo matemático, que son mucho más que destrezas, son un modo de habitar el mundo. Por ello, son motores del desarrollo de una persona, permiten una ciudadanía activa y contribuyen al mejoramiento de la salud.

Es importante destacar aquí que no se trata de cruzar simplemente un umbral que separa al analfabetismo del/la ciudadano/a, ni es una lección en particular, sino que este salto cualitativo (uno de los más grandes que damos en toda nuestra existencia) tiene la forma de un proceso continuo, permanente, y que debe ser sostenido con un fuerte compromiso.

En el año 2016, la UNESCO recomendó a los países miembros destinar el 3% de su presupuesto educativo a educación para adultos. Sin embargo, a poco menos de un lustro de esa recomendación, son muy pocos los estados que siguieron esa normativa. Por lo general, la falta de inversión deriva en programas aislados, carentes de una coordinación general. Estas irregularidades favorecen la aparición de grandes obstáculos en este complejo proceso.

 


Accedé al Informe mundial sobre el aprendizaje y la educación de adultos, publicado por la UNESCO.

 

¿Por qué una persona vuelve a estudiar?

Los estudios de campo demuestran que no resulta sencillo para una persona en edad adulta retomar sus estudios. Las motivaciones para hacerlo son múltiples:

  • Obtener la educación primaria básica o secundaria que no tuvo, o que se vio compelida a abandonar.
  • Adquirir formación y conocimiento orientados al mercado laboral, un mercado cambiante y exigente.
  • Seguir aprendiendo como parte del desarrollo personal (disfrute y autoexigencia).
  • Buscar poseer habilidades básicas de educación, como lecto-escritura y matemática.

 


Accedé al texto de Educaweb, «Motivos para volver a estudiar»

 

La Educación para Adultos en números

  • 57% de los países aumentaron su población en EDJA (Educación de Jóvenes y Adultos) en los últimos años.
  • 781 son los millones de adultos/as incapaces de leer/comprender una frase sencilla hoy en el mundo.
  • 2 millones de adultos en nuestro país expresan el deseo de retomar sus estudios. Pero, según el último censo, lo hace solo un tercio de ellos.
  • 5,4 millones de argentinos/as no terminaron la escuela media y 3,7 no pudieron finalizar la primaria.

 

Si tenemos en cuenta que la Educación para Adultos incluye la educación para jóvenes a partir de los 16 años, estamos hablando de una actividad educativa destinada a preparar a las personas para su reinserción en el mundo laboral.

 

Andragogía

Malcolm Knowles fue un docente y pedagogo norteamericano (1913-1997) pionero de la llamada Andragogía, que es el conjunto de técnicas de enseñanza orientadas a educar a personas adultas. En sus obras pueden encontrarse no solo fundamentos de la Educación para Adultos, sino también interesantes guías para la eficacia de los programas destinados a la motivación de personas adultas para reiniciar su trayectoria educativa.

Partiendo de que la educación es un proceso permanente que nos acompaña toda nuestra vida sin importar nuestra edad cronológica, Knowles hace hincapié en la generación de ambientes propicios para el aprendizaje. De acuerdo con este enfoque, existen tres principios fundamentales de la Educación para Adultos: participación, horizontalidad y flexibilidad.

La participación implica que es esencial que el adulto estudie en compañía de pares. No se trata de un mero receptor de información, sino de alguien que debe interactuar con los demás en el proceso de adquisición de conocimientos. Si bien este concepto se aplica a la educación en general, en el tema que hoy nos ocupa su lugar es aún más relevante. Sin esa comunidad, las dificultades se agigantan para quien da el enorme paso de retomar sus estudios.

La horizontalidad remite a las características comunes entre docente y educando. En este caso, la adultez y la experiencia de vida conforman puntos de unidad entre ambas partes de la díada. Y eso debe ejercitarse en el aula.

Por último, el concepto de flexibilidad establece la cualidad de programas que se adapten a las necesidades y exigencias de la vida adulta, a sus tiempos y horarios. El esfuerzo debe estar centrado en la amigabilidad de la experiencia.

Para profundizar en el tema, accedé a un video sobre cómo aprenden los adultos y distintas alternativas de capacitación

  • Asesores Pedagógicos Profesionales en Linea @sppel. «Educación para Adultos»

 

Los/as adultos/as aprenden mejor cuando vivencian la vinculación entre los contenidos y sus experiencias y cuando reciben incentivos continuos para hacerlo. Ya no tienen la escolaridad como una obligación familiar. Sus padres ya no están ahí para retarlos ni imponerles la asistencia a clase. Son ellos mismos, con su motivación como herramienta, quienes se acercan a un aula que sepa esperarlos y convocarlos de la manera más adecuada.

Accedé a videos acerca de la educación de adultos en Argentina

  • Encuentro Latinoamericano: La Educación de Jóvenes y Adultos en América Latina. Conferencia «La Educación de jóvenes y adultos en Argentina».
  • DGE Mendoza. «Educación permanente de Jóvenes y Adultos». Testimonios de alumnos y docentes.

 

Bibliografía

  • CAMILLONI Alicia R. W. de. (2007). El saber didáctico. Buenos Aires: Paidós.
  • GARCÍA HUIDOBRO Juan Eduardo. «Educación de Adultos. Puntos para un debate». En MINGO y SCHELMEKES (comp.). (1992). Lecturas sobre Educación de Adultos en América Latina. Antología. México: UNAM, Centro de Estudios sobre la Universidad.
  • KNOWLES Malcolm. (1980). The modern practice of adult education: From pedagogy to andragogy. Wilton Connecticut. Association Press.
  • RODRÍGUEZ Lidia. «La Educación de adultos en Argentina». En PUIGGRÓS Adriana (Dirección). (1992). Sociedad Civil y Estado en los orígenes del sistema educativo argentino. Historia de la Educación en la Argentina. Tomo II. Buenos Aires: Editorial Galerna.