El texto teatral, abordajes

Un poco de historia para contextualizar el género

El teatro que conocemos nació en la Antigua Grecia. Se le otorgaba carácter catártico: éste permitía al auditorio reflejarse en los conflictos, llorar y reír, reflexionar sobre la vida, sus afectos, dilemas, dramas y contentos. En Grecia primó la tragedia, así como en Roma, más tarde, la comedia. Los actores eran acompañados por un coro encargado de los relatos necesarios para enriquecer la historia. Durante finales de la Edad Media se expanden por Europa grupos trashumantes de actores, siempre varones por el prejuicio de que las mujeres no debían exponerse en actividades que incluyesen lenguaje burdo, disfraces no siempre dignos y por la vida nómade. En muchos casos, la cantidad de personajes y los hechos debían resolverse en función de dar trabajo a todos los que formaban una compañía, y también, por lo contrario, debían repartirse varios roles por cada actor para no sacrificar buenas escenas por falta de intérpretes.

 

Como relato, hay diversas formas de abordarlo según sean los propósitos lectores, pero también las posibilidades económicas, espaciales y otras. Es importante conocer el género en su ámbito, en el colegio cuando se puede invitar a una compañía, o en videos. Destacamos para toda edad el teatro de títeres y la comedia musical.

 

 

El disfrute escolar del teatro

Los actos patrios son la oportunidad de experimentar el hecho teatral en la escuela, pero pueden presentar proyectos más complejos que abarquen varias áreas como Plástica, Educación Física, Música.

Como lectura, explorar textos teatrales libremente permite generar hipótesis, sobre el uso de cada tipo de letra y muchos signos de puntuación, también sobre los destinatarios de cada parte, discutirlo en grupo, argumentar lo dicho, probar, intercambiar información, comparar textos, intentar uno breve.

El texto teatral es escrito con destino oral y tiene dos partes. Una destinada al director, los actores, iluminadores, vestuaristas, escenógrafos, sonidistas, apuntadores, otros técnicos; se distingue por estar entre paréntesis, con otro tipo de letra y alguna otra señal. Esas partes se leen y discuten entre sus receptores. Se modifican o no según la variación que quiera darse al original y jamás llegan al público. Otra el diálogo o los monólogos de los personajes, sus entradas y salidas, gestos, posturas, es lo que sí llega al público, es decir, la narración representada «en vivo» al auditorio. Por tales características, el texto teatral, fecundo en signos y señales, puntuación, diversidad de voces (el autor que indica algo a los técnicos por un lado y el libreto a los actores), hace de su exploración una muy rica fuente de comentarios sobre la textualidad, sus propósitos, formatos y destinatarios.

Una posibilidad que ofrece la cultura social, generalmente para adultos, es el «teatro leído». En él los actores no memorizan sus libretos, los leen, pero ensayan mucho la prosodia, es decir, el matiz de la voz, sus tonos, sus gestos, su modo de escuchar al otro, de moverse. Es una narración no oral sino leída textualmente, es decir, un espectáculo basado en el foco de la escritura de la obra y no en sus otros aspectos. En los grados superiores, esta modalidad puede no solo ser un estímulo para la lectura sino un modo de ofrecer a otros auditorios obras dignas de difundirse en el modo más económico pero no menos atractivo.

Finalmente, leer por cuenta propia una obra como quien lee una novela, centrarse en el estudio de un personaje o de un conflicto, o de una época, son , entre otras, ricas posibilidades de trabajos de reflexión y expresión, tanto como reseñar , comentar, recomendar.

Veamos ahora una propuesta, Confudidísímos hermanos, de Alejandra Erbiti.

Confundidísimos hermanos
de Alejandra Erbiti

Personajes (por orden de aparición):

VECINO
VECINA
BONETE Y BONITO, LOS GEMELOS IGUALITOS
LA TÍA
DOCTOR
DOCTORA
ENFERMERA 1
ENFERMERA 2
DOS MUÑECOS, QUE ACTUARÁN COMO BONETE Y BONITO BEBÉS
LA MAMÁ DE LOS GEMELOS
MARIEL, UNA CHICA EN EDAD DE MERECER

(El escenario está divido en sectores, que se iluminarán según quién tome la palabra.
Los personajes comienzan dirigiéndose al público.)

Vecino.—Los hermanos de esta historia están muy sincronizados.
Vecina.—Si uno se tira al agua, el otro queda empapado.
Vecino.—Yo lo sé porque soy el vecino de enfrente.
Vecina.—Y yo soy la señora de al lado.
Bonete.—Lo que ellos dicen es cierto. Si yo me resfrío…
Bonito.—…Yo estornudo y tengo mocos; y si a mí me cuentan un chiste…
Bonete.—¡…Yo me río como loco!
Vecino y Vecina.—¡Son gemelos igualitos!
Vecino.—(Señalándolo.) Él se llama Bonete.
Vecina.—Y él se llama Bonito.
Bonito.—(A los vecinos.) ¡No, Bonete soy yo!
Bonete.—(A Bonito.) ¡No, vos sos Bonito!
Bonito.—¡Gracias! Vos también sos lindo, ¡claro!, como somos igualitos…
Bonete.—¡Yo no te dije ningún piropo, digo que yo soy Bonete y vos, Bonito!
 
(Entra la tía.)

La tía.—¡Chicos, chicos, chicos!, ¿otra vez peleando por cualquier tontería?
Bonete.—¡Él empezó, tía!
Bonito.—¡No, fue él!
Bonete.—¡No, tía, fue él, fue él!
Bonito.—¡No, él!
La tía.—¡Fueron los dos, y sanseacabó! ¡A ver, dense un abrazo bien fuerte!
 
(Bonete y Bonito dudan un rato, pero al final se abrazan y se congelan así.)

La tía.—(Al público.) Todo comenzó el día de su nacimiento…
Vecino y Vecina.—En ese preciso momento.
La tía.—Fue en la clínica del pueblo; los médicos los confundieron.
 
(Se ilumina el sector de la escena que representa el interior de la clínica. Hay dos médicos, dos enfermeras y dos muñecos-bebés.)

Doctor.—(Con uno de los bebés en brazos.) ¿Doctora, este es Bonito?
Doctora.—(Con el otro bebé en brazos.) No, doctor, a mí me parece que ese es Bonete y este es Bonito.
Enfermera 1.—¡Discúlpenme, doctores, pero para mí es totalmente al revés!
Enfermera 2.—¡No!, ¡nada que ver! ¡Ese es Bonito y ese es Bonete!
Los cuatro.—(Se miran.) ¡Ay, qué matete!
Doctor.—(Dándole el bebé a la enfermera 1.) Mejor, que los vea su mamá.
Doctora.—(Dándole el otro bebé a la enfermera 2.) Sí, ella va a saber quién es quién y cuál es cuál.
Enfermera 1.—¡Pero si no se llaman Quién y Cuál!
Enfermera 2.—¡Es igual! ¡Llevémoslos con su mamá!
 
(Salen las enfermeras llevando un bebé cada una. Se apaga la luz de la clínica y se
ilumina otra vez el sector donde están la tía y los vecinos.)

Vecina.—¿Y qué pasó con los gemelos cuando la mamá los vio?
La tía.—Ella tampoco los distinguió.
Vecino.—¡Pobre mujer! ¡Qué tremendo embrollo!
 
(Se enciende la luz de la clínica.)

Los doctores y las enfermeras.—El horno no estaba para bollos.
La tía.—Pero ella siempre los quiso a los dos igual.
Vecina.—¡Y… no era para menos!
 
(Se oye música de cajita musical. Entra la mamá y se iluminan dos cunas.)

La mamá.—(Levantando en brazos a Bonito.) Cuando yo le hacía cosquillitas a Bonito, se reía Bonete. (La cuna de Bonete se sacude y se escuchan sus risitas. La mamá acuesta a Bonito y va a la otra cuna. Levanta en brazos a Bonete.) Y cuando le cantaba el arrorró a Bonete, Bonito se quedaba frito. (La cuna de Bonito se mece y se escuchan fuertes ronquidos.)
 
(Se apaga la luz donde están las cunas y se ilumina el sector donde los gemelos aún están abrazados. Se sueltan.)

Bonete.—(Recordando con ternura.) Mamá nos cambiaba los pañales…
Bonito.—Y nos daba la mamadera…
Bonete.—Sí, pero cuando yo lloraba de hambre y vos llorabas porque estabas todo mojado…
Bonito.—Te cambiaba los pañales a vos y a mí me daba puré de zapallo.
Bonete.—(Al público.) Yo quería que me hiciera upa un ratito, y ella le hacía upa a
Bonito.
Bonito.—Yo lloraba porque se me caía el chupete, y ella se lo daba a Bonete.
La tía.—(Abrazando a sus sobrinos.) Y esto era así día tras día.
Vecino y Vecina.—Por eso crecieron tan confundidos.
La tía y la mamá.—Hasta que un día… llegó Mariel.
 
(Entra Mariel.)

Bonete y Bonito.—¡Mariel, amor mío!
Bonete.—¡Mío!
Bonito.—¡No, mío!
Bonete y Bonito.—(Empujándose uno a otro.) ¡Mío! ¡Mío! ¡Mío! ¡Mío! ¡Mío!
Mariel.—¡Calma, por favor! (A Bonito.) Lo siento mucho, Bonito, vine a decirte que yo no tengo ninguna confusión: mi amor es para Bonete.
Bonito.—¿Cómo, yo te escribo un poema de amor y vos te enamorás de él?
Bonete.—¡Fue un accidente!, ¡tenemos la letra parecida!
Bonito.—(Enojadísimo.) ¡Me robaste a mi Marielita querida!
Coro de vecinos, mamá y tía.—¡Es que si uno de ellos se enamora, el otro también queda flechado!
Coro de doctores, enfermeras y vecinos.—¡Qué complicado!
Bonito.—¡Ay, se me rompe el corazón!
Bonete.—¡No te pongas así, que si vos sufrís, yo no puede parar de llorar!
Bonito.—(A Mariel, furioso.) ¿Qué tiene él que no tenga yo?
Coro de doctores, enfermeras y vecinos.—¡Es cierto, si son igualitos!
Mariel.—(Harta.) ¡Basta de locuras! Son igualitos por fuera, pero no son la misma persona, son dos. ¡Terminemos de una vez con esta confusión!
Todos menos Mariel y los gemelos.—En eso tiene razón.
Mariel.—(A Bonito.) Cada uno es como es. Él es él y vos sos vos, y por eso yo no me enamoré de los dos.
Bonete.—(Feliz, a Mariel.) ¿Y me elegiste a mí, ratoncita?
Mariel.—Sí, mi monito.
Bonete.—¡Ah, mi conejita!
Mariel.—¡Mi osito!
Coro de doctores y enfermeras.—¡Se ha formado una pareja!
Bonito.—(Celoso.) ¿Una pareja o un zoológico?
Coro de mamá, tía y vecinos.—(Embobados.) ¿Y para cuándo los confites?
Bonete.—¡Momentito, que aquí nadie habló de casorio!
Bonito.—Nosotros solamente queríamos ser su novio.
Mariel.—Pero es un lío tener dos novios. Además, mi papá no me deja.
La tía.—(Al público.) Y así, Mariel desenredó la madeja.
Coro de doctores, enfermeras y vecinos.—Cuando llega el amor…
La tía.—La tormenta pasa y el cielo se despeja.
Bonito.—(Entusiasmado, a las enfermeras.) ¿Alguna de ustedes estaría interesada en un novio como yo?

Apagón y telón

 

Según la experiencia de cada grupo, los docentes sabrán a qué grado ofrecer esta obra, que tiene sus complejidades tanto de escenificación para representar tiempos distintos, y un tema que no siempre es sencillo como es la identidad. Pero no por tal razón ha de evitarse, sino por el contrario. Estas épocas en las cuales la discusión de género, de derecho a la identidad y de nuevas preguntas, propicias para instalar algunas problemáticas nuevas y motivadoras, acordes con los tiempos. Es probable que si esta obra se representa, se hagan necesarias máscaras para igualar a los gemelos y algunos detalles escenográficos basados en la iluminación para cambiar de tiempos. Tal vez filmarla sea más sencillo que ofrecerla en vivo.

 

La autora1

Ella nos cuenta:

Alejandra Erbiti —¡con una sola «t»!— es el nombre que me dieron un 29 de agosto de 1963. De chiquita inventé historias para hacer reír o pasar el rato con mis amigos. Un día, decidí escribirlas, «porque así duran más y no se pierden en el olvido». En 1993 sucedió algo maravilloso: empecé a publicar esas historias y muchas más. Escribo cuentos, obras de teatro, poesías, novelas y otros textos con humor. Muchos forman parte de antologías en Puerto de Palos, Santillana, Kapelusz, Aique, Edelvives, AZ, Estación Mandioca y Norma, entre otras. También publiqué en Imaginaria y Billiken. En 2003, dos de mis obras de teatro fueron declaradas de interés cultural por el Gobierno de la CABA y la Secretaría de Cultura y Medios de Comunicación de la Presidencia de la Nación. En 2010 fui finalista del Premio Sigmar, con la novela Los Tíos del Quinto Infierno, que encontrarán en las librerías en el momento menos pensado. Algunos de mis libros son Cuentos con Duendes; Huaca y el Misterioso caso de Cocorina, la gallina que cacareaba en rima; ¡Cosas de no creer!: leyendas de humor y terror (en coautoría con Adela Basch).

 

El trabajo con textos teatrales, ya sea en su formato original, o transformados en guiones, para su representación audiovisual, permite la participación de todos los alumnos sin que los más tímidos se sientan expuestos en el escenario, ya que hay focos de atención y acción.

Pocos géneros resultan tan prolíficos a la hora de disfrutarlos y, a la vez, de enseñar tanto de tantas y diversas cosas.

 

Nota

  1. www.pidogancho.com.ar, aleerbiti.blogspot.com