La educación en tiempos de pandemia… lo que el viento no se llevó
Para adentrarnos en la reflexión acerca de la educación en tiempos de pandemia, es importante reflexionar acerca de las peculiaridades de la educación inicial, que cuenta con una identidad propia que nos llena de orgullo.
«Arriba todos es un día de sol
Las flores blancas del amor […]
La maravilla del color […]
Ver lo que el viento nunca, nunca se llevó».
Fito Páez
Para abordar las ideas acerca de la educación inicial en tiempos de pandemia es ineludible presentar previamente tres aspectos fundamentales.
- La situación de pandemia actual es una situación provisoria y no elegida, no apostamos a modificar las acciones educativas otorgando más lugar a la virtualidad ni olvidamos que la escuela necesita la presencia, el contacto y los intercambios directos y cotidianos, especialmente con los niños y niñas pequeños/as.
Antonio Castorina (junio 2020) se refiere a la importancia de dar espacio para escuchar a los alumnos, sus opiniones y modos de encarar los problemas. Expresa que en el contexto de pandemia se presentan limitaciones que reivindican el valor de la participación y reflexión acerca de «qué habría que escuchar» cuando enseñamos y qué experiencias educativas queremos brindar a nuestros alumnos en la escuela, en donde se contactan con diferentes zonas de la producción cultural.
Video del Panel organizado por el Instituto de Investigación de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), con la participación de José Castorina, Beatriz Busaniche y Lila Pagola (junio 2020).
- «Producción de conocimientos y soberanía pedagógica en el contexto de la pandemia». (1:41:35)
- Hay que reconocer las inevitables adecuaciones educativas a la actualidad en la que la pandemia nos sumerge, que deben sostenerse en la continua revisión de nuestros decires y haceres que nos caracterizan como sistema educativo. Estas adecuaciones educativas se apoyan en la preocupación acerca del enfoque que les otorga sustento y sentidos. Si consideramos que la escuela se respalda en la reflexión educativa y las decisiones que se toman en consecuencia, lo educativo y escolar implican un devenir —a modo de «rueda mágica»— que (al igual que la vida) nunca puede ni debe detenerse. Por esto, las ideas al pensar la educación en tiempos de pandemia necesitan emerger de nuestro estado de situación actual (pre-pandemia) como instituciones educativas y del análisis de nuestro nivel con su siempre revisitada identidad propia.
- Es fundamental considerar que la educación y los educadores vivimos y concretamos nuestras acciones mientras vamos pensando y tomando decisiones para ir mejorándolas y adecuándolas. No podemos detener el devenir educativo, por lo cual como responsables de la continuidad pedagógica vamos accionando mientras continuamos pensando e integrando las múltiples variables que se ponen en juego en cada acto pedagógico, necesariamente sin bajar los brazos al deseo y el esfuerzo de encontrar nuevas opciones.
Y la rueda mágica sigue y todo empieza siempre una vez más (Fito Páez) aunque —como ya sabemos y aprendimos— los procesos de aprendizaje avanzan y a veces retroceden para poder dar aún un paso más, pero nunca vuelven al punto de partida… y eso es válido pensando en nuestros alumnos/as pero también para nuestros procesos docentes profesionales. En este sentido se torna valioso reflexionar conjuntamente a fin de decidir qué sostener, qué modificar, qué incluir, siempre en coherencia con nuestras ideas y acciones, poniendo lo mejor que uno puede en aquello que le compete y trabajando con los otros —no contra los otros— edificando los puentes que nos fortalecen y nos permiten construir desde el bien común.
Si aprendemos eso como escuelas todo será más fácil y mejor. Si aprendiéramos eso como sociedad el mundo se inundaría de lazos y colores.
«¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón.
Tanta sangre que se llevó el río […]
Una cuchillada del amor […]
Y uniré las puntas de un mismo lazo […]
Y hablo de países y de esperanzas.
Hablo por la vida, hablo por la nada.
Hablo de cambiar esta nuestra casa».
Fito Páez
Muchas veces hemos pensado y planteando cuáles son aquellos «irrenunciables» que no queremos que el viento se lleve, que elegimos sostener, aunque con las adecuaciones necesarias a los cambios actuales en lo social y en lo educativo.
Sin embargo, si reflexionamos detenidamente acerca de nuestros logros y problemáticas, nuestros avances y estancamientos, sabemos que, aunque seamos ejemplo de tanto para los otros niveles educativos, aún nos queda mucho por transitar para afianzarnos como nivel educativo con valor propio.
Recientemente planteaba Tonucci (junio 2020) en referencia a cómo planificar la vuelta a las aulas, que la respuesta depende de una elección que tenemos que hacer, que depende de cuánto está la escuela conforme de lo que era y hacía, porque si estamos satisfechos intentaremos volver a lo de antes lo más pronto y con los menores cambios posibles. Retomando estas ideas, es interesante pensar cómo nos cuesta la unión entre la teoría y la práctica a fin de detenernos en aquello que hacemos en función de los marcos teóricos que nos sustentan, con los cuáles acordamos y a los que no queremos renunciar porque sostienen las ideas acerca de ese sujeto que queremos formar y las concepciones acerca de la enseñanza, el aprendizaje, el lugar de las instituciones educativas y los/as docentes.
Reflexiones y a las «soluciones extraordinarias para situaciones extraordinarias» del pedagogo italiano.
- IIPE UNESCO América Latina. «Webinar: “¿Cómo planificar la vuelta a las aulas?” con Francesco Tonucci». (1:51:14).
Estos tiempos de pandemia ponen de manifiesto aquellos aspectos que adeudamos retomar y aquellos espacios que deseamos habitar, entre otros:
- Cómo integrar a las tareas cotidianas el uso de los diferentes espacios escolares.
- El trabajo en equipo.
- El adeudado vínculo complementario con las familias.
- Las modas de turno que nos presionan.
- La reactualización de las propuestas que nos dan identidad.
- El alejamiento de los estereotipos.
- Las luchas y pujas internas por las denominaciones y decisiones.
Todos estos aspectos se pueden sintetizar en el planteo de una mirada abierta respetuosamente a las diversas posibilidades, a ese abanico colorido que abre a las potencialidades de opciones, de la mano de la diversidad siempre que se eviten las contradicciones en las modalidades de comprender y accionar con respecto a los niños, las propuestas de enseñanza y los modos de desarrollarlas e intervenir en ellas sin interferir.
Desde esta mirada se sostiene la confianza en los educadores que saben elegir las mejores oportunidades, como responsables directos de los procesos de sus alumnos y las mejores formas de sostenerlos.
Abordando esta crisis social, familiar, educativa, mundial en la que nos incluye la pandemia —cruel y compleja etapa no elegida que debemos transitar responsablemente—, ubicamos a los educadores como modelos de compromiso y tareas con sentido, reconociendo que nos encuentra en plenos debates y logros, porque la educación siempre se debe la reflexión y las acciones coherentes con la misma.
¿Cómo continuamos construyendo las acciones pertinentes en este «compás de espera»?
La pregunta fundamental es cómo conformar un entramado rico y posible a partir de la construcción de este «entre tanto»
Una vez avanzados los tiempos iniciales, inauditos y sorpresivos, fuimos buscando y encontrando cada vez mejores opciones posibles. Y en este proceso aprendimos que es importante y necesario:
- Enviar previamente una síntesis explicativa a las familias consignando qué se espera de ellos y de su participación en las propuestas, es decir, cómo y cuándo realizarlas.
- Reemplazar las actividades aisladas para dar lugar a la presentación de secuencias didácticas: ellas implican la organización de una serie de actividades (por lo general entre 3 y 6/8) en función de dos o tres metas (propósitos u objetivos) desde la idea de presentar varios acercamientos al objeto de conocimiento. De acuerdo con la definición actual, sostenemos que las secuencias implican la posibilidad de reiterar, establecer variantes y complejizar las propuestas, siempre sostenidas en la coherencia y unidad de sentido que debe caracterizarlas.
- Organizar diferentes secuencias didácticas a fin de que las familias puedan ir eligiendo —entre las diversas opciones— cómo y cuándo ir desarrollando las actividades.
- Diseñarlas incluyendo una breve y directa explicitación de su intencionalidad, con un lenguaje acorde a la comunicación con las familias y explicaciones claras de las propuestas, a fin de que puedan comprenderlas para desarrollarlas; la planificación al modo escolar debe ser realizada para ser compartida con los directivos y/o supervisores-inspectores para ser asesoradas.
- Plantear secuencias didácticas abiertas y flexibles, que posibiliten la inclusión de diversas propuestas, con la opción de ir concretando aquellas que las familias vayan eligiendo en el orden que vayan decidiendo.
- Enviar un repertorio de cuentos, canciones, poesías, juegos, para que las familias tengan a su disposición.
- Las secuencias didácticas deben abordar diferentes aspectos o ejes a fin de presentar distintos contenidos de los diversos campos o áreas, de modo de otorgar variabilidad en las propuestas.
Algunos aspectos más…
- Realizar encuentros y contactos diversos a través de zoom, video llamadas, video conferencias, videos, padlet, mensajes de WhatsApp. Es interesante compartir las experiencias realizadas e incluso ir dándoles «tareas» para que realicen en los espacios intermedios.
- Lograr el equilibrio entre la participación excedida y la ausencia, respetando los tiempos y las posibilidades familiares e infantiles.
- Favorecer el uso de los diversos espacios posibles en los hogares.
- Fortalecer la autonomía de los niños y niñas en el desarrollo de las actividades y acciones en el seno de las distintas familias.
En tiempos de pandemia y de escolaridad presencial, la educación nunca se detiene: ni en sus reflexiones, ni en sus acciones cotidianas. Y a largo plazo, si se reflejan en acciones concretas que den cuenta de su coherencia con la formación de sujetos autónomos y solidarios —de la mano de educadores deseosos y posibilitados de cambiar el mundo—, verdaderamente se han sostenido y se sostienen en aquello que el viento nunca se llevó ni se puede llevar.
Revivamos la confianza en los educadores y en las instituciones educativas, en sus proyectos y sus haceres ya que, al decir de Tonucci en la conferencia mencionada en este artículo, «la confianza es un hecho de amor».
Bibliografía
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