Leer novelas en la escuela II

La novela es un viaje a lo desconocido, por la historia de los pueblos, sus costumbres, sus tragedias y derrotas, sus alegrías y triunfos, que desde hace pocos siglos también relata sucesos íntimos, familiares, que ocurren en pequeños ámbitos, en los cuales psicología de los personajes adquiere una nueva importancia.

Una novela nos permite descansar de ella, ir y volver al universo que guarda para nosotros. Es más larga que el cuento y tiene más derivas, ocurre más de una historia a la vez y hay tramos en los que el lector descansa de la acción detenido en el vestido de una reina o en la preciosa vista de una aldea al atardecer, desde cuyas colinas se ve un barco que lleva sedas y especias a una gran ciudad. Nada sucede más que la placidez, hasta que alguien quiera robar algo precioso o una pata de pollo, o cortejar a una aldeana con un collar de flores que ella desprecia. En algún momento las cosas se ponen cada vez más terribles, un ejército llega con furia a tomar una plaza, nadie sueña, todo es acción y lucha.

Cuántos poemas, elegías, cantares, surgen de escenas gloriosas o tristes de las sagas , mitos y leyendas que serán novelas.

La novela es hija de las largas historias orales de amor, conquista de reinos, obtención de fama, gloria y venganza. De una versión surgen varias porque la memoria falla o cada trasmisor es un poco autor – tal es el autor anónimo, un conjunto de seres desconocidos y eternos – que interviene las tramas y conoce las preferencias de cada pueblo, de modo que lograban entretener a las gentes y darles un descanso del trajín cotidiano además de hacer fama y dinero alegrando las fiestas de los poderosos.

 

La novela en la escuela

La escuela es uno de los espacios en los que las historias cumplen más de un destino, además de las anteriores se reseña para recomendar, se resume para informar, se regala y se redacta una dedicatoria, se comenta también el prólogo que suele ser una obra en sí misma, como los que Borges, Sartre y otros han realizado para obras de sus colegas.
Todo lo que se suma al hecho de leerla a solas y guardarla en nosotros, necesita de la experiencia grupal y la escuela la asegura, ofrece a los chicos la oportunidad de conocer más la cultura y también a sus compañeros en tren de navegar las ofrendas del mundo en el marco de un aula que pierde sus límites para dar lugar todos los mundos posibles.
Y la novela también merece que se conozca su historia, los avatares de su construcción a través de las épocas y las culturas, tal como se desarrolla en casi la mitad de este artículo, porque es un contenido que también se refiere a lo lejano y extraño, a la aventura de la invención humana.
Eso sucede en las aulas, como sucede en casas y bares entre adolescentes y entre adultos hasta el fin de la vida. No todos, pero muchos disfrutan de esta forma de estar juntos.
La novela llega a la escuela y ésta la devuelve, si es posible, más fértil aún para la vida social y personal.

Un clásico para toda edad:

 

La isla del tesoro1

Robert Louis Stevenson

Primera parte: El antiguo bucanero.
Capítulo I

EL VIEJO LOBO DE MAR EN EL “ALMIRANTE BENBOW”

El squire2 Trelawney, el doctor Livesey y los demás señores me han encargado poner por escrito todo lo referente a la Isla del Tesoro, de principio a fin, sin dejar otra cosa en el tintero que la posición de la isla y esto porque aún quedan alli riquezas que no han sido recogidas.
Tomo, pues, la pluma en el año 17… y retrocedo hasta el tiempo en que mi padre era el dueño de la posada del “Almirante Benbow”, y en que el viejo navegante, de moreno y curtido rostro, cruzado por un sablazo, se acomodó como huésped bajo nuestro techo.
Lo recuerdo como si hubiese sido ayer, tal como llegó, con torpe andadura, a la puerta del albergue, y tras él, siguiéndole en una carretilla, un cofre de marinero. Era un hombrazo alto, recio, pesado, de color de nuez; la coleta embreada le caía sobre los hombros de la casaca azul, cubierta de manchas; tenía las manos agrietadas y llenas de cicatrices, con las uñas negras y rotas; y la cuchillada que cruzaba una de sus mejillas había dejado un costurón lívido, de sucia blancura. Me parece que lo estoy viendo mirar en torno de la ensenada, silbando entre dientes, y después tararear aquella antigua canción marinera, que cantaba luego tan a menudo: Quince hombres van en el Cofre del Muerto ¡Ron, ron, ron, la botella de ron!

 

Para los docentes recomendamos:

  • «Acerca de las no previstas pero lamentables consecuencias de pensar sólo en la lectura y olvidar la escritura cuando se pretende formar al lector» de Emilia Ferreiro.
  • «Prácticas del lenguaje» Documentos Curriculares 3 y 4 de la CABA.
  • «La infancia recuperada» de Fernando Savater.
  • «El último lector» de Ricardo Piglia.

 

Por mi parte les regalo el poema de Borges en el cual homenajea entre otros a Stevenson.

Los justos

Jorge Luis Borges

 

Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

 

Notas

  1. Se trabaja con un ejemplar de la 2ª edición de Boreal, Colección “Clásicos Juveniles”, Madrid, 1999. Incluye índice, reproducción original del mapa diseñado por Stevenson, con reseña de contratapa, es decir, valiosos paratextos.
  2. De la edición utilizada para este artículo: Título de la nobleza campesina que se solía dar a los grandes terratenientes hereditarios, a los cuales se encomendaba a veces el desempeño de ciertas magistraturas. (N del T.)