Dos cuentos breves de Pu Sung-ling

Formar lectores incluye, junto con la lectura de relatos contemporáneos o de otros siglos pero muy reconocidos, es ofrecer también textos que no son fáciles de encontrar por antiguos, o poco frecuentes en los canales de divulgación habitual pero representativos de otras culturas, épocas estilos y géneros, de autor o anónimos. Por eso los rescatamos aquí.

Las redes que se establecen en este caso son que sean del mismo autor y que tengan semejanzas en el desarrollo, ya que en ambos se trata de descifrar mensajes inesperados de seres no humanos.

 

Sun Pi-chen
Pu Sung-lingSun Pi-chen cruzaba el Río Largo en barco, cuando de pronto estalló una feroz tormenta. El barco se movía hacia adelante y hacia atrás, con gran riesgo, y el terror se propagó entre todos los pasajeros. En ese preciso momento se manifestó un espíritu en medio de las nubes.
Avanzaba ornamentado con coraza dorada y asía con una mano una extensa tira de papel, donde se podía leer, en trazos también dorados, tres caracteres: SUN PI CHEN.
Los pasajeros del barco, después de descifrar los caracteres, se acercaron a Sun Pi-chen con ademanes intimidatorios:

  • ¡Miserable!— le gritaron. —¡Has provocado la ira del Cielo! ¡Lárgate de inmediato para que tu condena no nos perjudique también a nosotros!

No le permitieron emitir palabra alguna y lo subieron a un bote. Lo arrojaron al agua embravecida y lo compelieron a alejarse del barco con vociferaciones e insultos amenazantes.
Cuando Sun Pi-chen giró la cabeza para observar, el barco ya se había hundido.

 

Comentarios sobre el cuento

Aspectos didácticos

Estos comentarios pueden servir al docente a la hora de invitar a los niños a hablar de los efectos que hizo el relato en ellos, sus sentimientos, sus supuestos individuales puestos a la consideración grupal, y las interpretaciones y argumentaciones al respecto. Cuanto más se informe él sobre el objeto de aprendizaje mejor podrá incentivar al grupo, no para informar o explicar —aunque no se contraindica— sino para preguntar, sugerir, relacionar las intervenciones.
Este trabajo apunta al aprendizaje de construcciones colectivas, que no suponen un final de total acuerdo y una sola conclusión, sino, por el contrario, valida sobre todo la cooperación en la construcción de conocimiento, no de un resultado único tomado como verdad.
En este caso, cabe preguntarse qué interpretaron los navegantes de lo dicho en el cartel de la aparición, y si hay una sola lectura posible y fundamentar lo que se afirme. Dado el desenlace cobra importancia esa relación entre mensaje y sentidos posibles.
La opinión que suele llevar al «me gusta o no me gusta» es siempre respetable aunque es válido preguntar por los motivos. Y el trabajo grupal ya mencionado incluye a los que gustan tanto como a los que no gustan del relato.

 

Género, estilo, contexto cultural

Los relatos orientales antiguos se caracterizan por ser cortos y destinados a producir reflexiones a partir de hechos, sin consejos. En ellos los sueños, la presencia de seres sobrenaturales, los enigmas, son rasgos importantes.
Escritos hace cientos de años y en un lugar muy remoto, el léxico, el desconocimiento de las costumbres, creencias, supersticiones, conflictos propios de otra cultura, pueden dificultar la comprensión con una sola lectura, y el/la docente suele releer el texto con la prosodia y el ritmo adecuados una o dos veces más, o buscar fragmentos para ligarlo a alguna idea.
Hay en estos textos palabras que no se usan en la actualidad pero en el relato favorecen la ambientación de los sucesos y los personajes.
En muchos cuentos las palabras desconocidas adquieren significado para el lector en el cotexto narrativo, como sucede aquí con compelieron, vociferaciones, asía. Por tal razón se advierte a los chicos en la presentación del cuento, que lo escuchen sin interrumpir, ya que después de la lectura se abrirá un espacio para expresarse, preguntar, explorar ideas que surjan, releer párrafos o todo el texto.
Nuestro Jorge Luis Borges, que amaba los relatos chinos, prologó un libro de Pun sun Ling. Y nos cuenta:

«No habrá un país más supersticioso que el chino. Las vastas novelas realistas que ha producido […] abundan en prodigios, precisamente porque son realistas y lo prodigioso no se juzga imposible, ni siquiera inverosímil». Y añade que el lector occidental no «debe olvidar que los chinos, dado su carácter supersticioso, tienden a leer estos relatos como si leyeran hechos reales ya que para su imaginación el orden superior es un espejo del inferior.»
Agrega que este hecho de narrar lo extraordinario como si se tratara del mundo corriente y realista hace que «a diferencia de Edgar Allan Poe y de Hoffman, Pu Sung-ling no se maraville de las maravillas que refiere».

 

Elefantes
Pu Sung-lingHubo un cazador de la provincia de Kuangtung que se introdujo en una montaña e hizo un alto para descansar brevemente. Al punto se quedó dormido. Pasado un rato llegó un elefante, lo aprisionó con su trompa y se lo llevó. El cazador pensó que pronto estaría muerto. Pero el elefante después de andar una escasa distancia, lo liberó debajo de un árbol. El elefante lanzó un chillido y aparecieron otros elefantes.
Los animales rodearon al hombre. Parecía que querían comunicarle algo. El elefante que trajo al cazador se arrodilló debajo del árbol y primero miró a las ramas y luego al hombre. Le señalaba que subiera. El cazador trepó sobre la espalda del elefante y ascendió hasta la rama más alta, sin saber qué le esperaba.
Tiempo después surgió un suanni2. Los elefantes permanecieron inmóviles, aterrorizados. El suanni seleccionó con la mirada a un gordo elefante. Las evidencias indicaban que pronto se abalanzaría sobre él para tragárselo. Los otros elefantes no escapaban y sólo lanzaban miradas de auxilio hacia lo alto del árbol. El cazador entendió. Cargó la ballesta, disparó y le dio en el pecho al suanni, dejándolo muerto al instante. Los elefantes elevaron respetuosamente sus miradas al cielo, como agradeciéndole a algún gran espíritu.
El cazador bajó del árbol y el elefante, arrodillándose una vez más, le indicó que montara sobre él, jalándolo del traje con la trompa. El cazador trepó. Luego de caminar cierta distancia, el elefante se detuvo y removió la tierra con una de sus patas hasta dejar al descubierto una gran cantidad de colmillos de elefante.
El hombre bajó, amarró los que pudo y los subió a las espaldas del elefante.
Después, el elefante lo condujo a él y a su carga hasta fuera de la montaña. El elefante volvió a ingresar al monte y el cazador se puso en camino, de vuelta a casa.

 

Comentarios sobre el cuento

Aspectos didácticos

Estos renglones son la continuidad de lo dicho sobre el cuento anterior, ya que ambos son del mismo autor, tienen rasgos semejantes y también se presenta la analogía entre el lector en el aula descifrando y creando sentidos y el cazador que tiene que entender lo que le comunican los elefantes. Esta vez se trata del lenguaje gestual.
Como el anterior, este relato es sencillo, breve, contundente.
Volviendo sobre las opiniones y el gusto, es probable que haya algo más detrás de cada una, que un simple sí o no. Hay niños que tienen argumentos claros: no hay un héroe, me dan miedo los accidentes, el mar, la tormenta, y otros. Pero puede haber otras causas y es necesario prestar atención a los motivos de un rechazo, porque en ocasiones un niño no se anima a decir que no ha entendido el relato o alguna de sus partes. Eso es otro beneficio de las relecturas, de lo que dicen los pares, y el docente, para que todos tengan oportunidad de apropiarse del relato. Entonces su opinión tendrá otra solidez, aun cuando siga siendo negativa.

 

Género, estilo, contexto cultural

La comunicación profunda del hombre con los animales, mensajes por descifrar, la fe en que la vida proveerá alguna forma de justicia, la imprecisión del límite entre sueño, fantasía y realidad, los seres míticos que se invocan o aparecen con señales, es decir, muchos de los elementos de la literatura oriental, algunos ya citados en comentarios sobre el primer cuento, aparecen en este con economía de recursos. No abundan descripciones ni adjetivos, sino acontecimientos que luego de producir tensión se resuelven para bien o para mal. En ambos relatos esto depende de la interpretación que hacen los protagonistas de los mensajes que llegan de otros tan diferentes a ellos (suanni y elefantes).

 

 

El autor

Pu Sung-ling (1640-1715) vivió en tiempos de la dinastía Ching (1368-1911). Nació en la China del Este, región con una valiosa tradición cultural. Desde joven tuvo fama como escritor literario, pero para tener sostén económico buscaba un puesto de funcionario, que, por falta de influencias, le llegó recién a los sesenta y un años.
En tanto trabajó como maestro particular en su comarca natal. Escribió una famosa colección de cuentos cortos maravillosos, muy valorada por otros grandes escritores, como Jorge Luis Borges, que prologa una obra suya y ha sido un amante de la literatura china. También canciones y poemas que no alcanzaron el valor de los primeros.
Pu Sung-ling utilizaba el seudónimo literario de El creyente budista de la fuente del sauce y la gente lo llamaba El señor del estudio para mantener conversaciones ociosas, así era de valorado por sus contemporáneos. Al final de muchos de sus cuentos, agregaba un comentario que comenzaba por la fórmula: «El extraño cronista dice…» Y escribió sobre su obra: «Yo soy como el ave que escapa del frío invernal y no consigue refugio en ningún árbol; como el insecto otoñal que entona su pena a la luna y persigue el calor en la vecindad del establo. Acaso los únicos que me entiendan sean los fantasmas que merodean entre las sombras del bosque.»

 

 

Notas

  1. Selección y comentarios
  2. Animal legendario parecido al león, de extrema fiereza y capaz de comerse a los tigres y leopardos.

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