Adolescencia, deserción escolar y exclusión social

En la actualidad, el acceso al mercado laboral para los jóvenes no está garantizado por sus estudios, siendo una experiencia difícil y decepcionante. A pesar de las falencias en el sistema educativo, las herramientas adquiridas en los diferentes niveles siguen siendo uno de los mejores recursos, si no el único, para enfrentar los desafíos de la vida. La exclusión social y la deserción escolar siguen estando lamentablemente conectadas en este contexto.

Con un pie adentro y otro afuera

Muchos jóvenes, al finalizar la Educación Básica, optan por ingresar al mercado laboral tempranamente, creyendo en la idea del «self made man»1 los hará hombres de negocios  que llegan al éxito gracias a su capacidad personal y no a los estudios, desestimando la utilidad de la educación formal. Sin embargo, esta elección suele ser infructuosa, ya que el mercado laboral actual es competitivo y demanda habilidades complejas. De esta manera, el regreso a las aulas resulta cada vez más lejano y difícil y el joven en cuestión se acerca más a la exclusión social que al éxito fantaseado.
Otras veces, por el contrario, el mundo laboral se percibe tan hostil y complejo, que se abandona incluso antes de intentar su ingreso en él. La falta de proyecto sume entonces al joven en la desesperanza. La deserción escolar, según el Dr. Mariano Narodowski, es vista como la antesala del delito y la marginalidad social. Las causas de la deserción son diversas, y abordar el problema implica comprender el punto de vista de los adolescentes y ofrecerles un espacio educativo que sientan como propio.
Ahora bien, ¿a qué causas responde la deserción escolar? Sabemos que a muchas: económicas, sociales, culturales, políticas, familiares, personales, etc. No es la intención explorarlas a todas, pero es importante conocer que estamos frente a un fenómeno multideterminado. ¿Por qué un joven decide («¿decide?») que no desea seguir estudiando?
En este artículo nos referiremos al punto de vista de los adolescentes, ya que conociéndolos podremos reflexionar sobre la forma de encarar el problema. No es obligándolos o invitándolos a retomar los estudios que logramos convencerlos, sino ofreciéndoles un espacio seguro al que ellos hagan propio.

 

¿Qué es la DESERCIÓN ESCOLAR y cuáles son sus causas? Tipos y consecuencias

 

Exclusión social

 

Adolescencia y proyecto de vida

La adolescencia es el momento en el que se logra la posibilidad de pensamiento formal y abstracto, la reflexión sobre valores éticos y morales y la elaboración de un «proyecto de vida». En este período es posible pensar más allá de la realidad concreta, hacer deducciones, relacionar conceptos abstractos y pensar a largo plazo, esto es, hacer proyectos.
El adolescente de pensamiento formal tiene la capacidad de manejar, a nivel lógico, enunciados verbales y proposiciones en vez de objetos concretos únicamente, realizar deducciones y formular hipótesis. Es importante destacar que el pensamiento formal no es un logro espontáneo producto del mero crecimiento. Las investigaciones realizadas en este terreno demostraron que es necesario «estimularlo» y que, en general, es un producto de la educación formal y sistematizada.
El adolescente además es un idealista, le gustan los grandes proyectos y con frecuencia se ve involucrado en discusiones espontáneas sobre filosofía y moral, en las que son abordados conceptos abstractos, tales como justicia y libertad. Por otro lado, sabemos que la adolescencia es el momento en que se forjan las posibilidades de desprenderse de la familia de origen y establecer el propio proyecto de vida en función de aspiraciones y sueños. Pero ese proyecto de vida podrá lograrse o no, según las herramientas con las que el joven cuente. En este punto, el joven se encuentra con una encrucijada.

 

¿Trabajar o estudiar? Los adolescentes y el dinero

Recordemos un juego de mesa muy popular llamado «El juego de la vida». Se trataba de un juego de tablero en el que había que avanzar y los «avatares» de la vida se iban sucediendo. Ganaba el juego quien llegaba al final y había logrado mayor cantidad de bienes y dinero. Además se sucedían otros acontecimientos propios de la vida: matrimonios, enfermedades, sucesos afortunados y desgracias. Se podía tener hijos en el camino y su número también contribuía al resultado final. Lo interesante del juego es que ya en los primeros casilleros se abrían dos caminos y el jugador debía elegir: el camino del estudio (más largo) y el de los negocios (más corto). Al finalizar cada trecho inicial, el jugador obtenía una «renta» que recibía regularmente en distintos momentos del juego. Es decir, la decisión inicial tendría efectos a lo largo de todo el juego. El camino del estudio le daba la posibilidad de obtener títulos universitarios y rentas relativamente aceptables. El de los negocios era más corto y azaroso, tenía uno o dos casilleros con una gran renta, pero si no se tenía la suerte de caer en ellos, la renta «consuelo» era sustancialmente menor a la de aquellos que habían elegido el largo camino del estudio.
Con esto señalamos que durante la adolescencia, y en vistas del «proyecto de vida», el joven se encuentra con estos dos caminos y muchas veces la (falsa) opción de trabajar en lugar de estudiar le permite fantasear con un rápido ingreso que le proporciona el dinero que en ese momento de su vida requiere. Así es que busca infructuosamente, y si tiene suerte o algún pariente que lo ayude a presentarse, consigue un trabajo en condiciones muy poco favorables, con largas jornadas, sin francos y un magro sueldo a fin de mes. Claro, a los jóvenes ese magro sueldo les parece una enormidad ya que para ropa, un celular y salidas de fin de semana les alcanza, pero la dificultad de pensar su proyecto a largo plazo les impide darse cuenta de que con el transcurrir de los años no podrán progresar y seguirán manteniendo ese tipo de ubicación laboral, a la vez que sus necesidades de independencia económica y quizás de solventar una familia propia se incrementarán.
El problema es que el medio social actual en el que los jóvenes se mueven, les exige que dispongan de dinero. Y si sus padres no están en condiciones de dárselo, la posibilidad de buscar un trabajo y disponer de dinero propio es mucho más tentadora que los resultados a largo plazo del estudio.

 

No ir a la UNIVERSIDAD y BUSCAR TRABAJO ¿Es un error?

 

La «Orientación Vocacional»

Muchas veces, ya sea por interés de los padres o por iniciativa propia, se buscan las respuestas en una consulta de Orientación Vocacional. Pero como el término lo indica, se trata de «orientación» y no de la clave que resolverá todas las dudas y garantizará que lo que elijamos sea la respuesta que esperábamos.
Uno de los problemas de la orientación vocacional es que los jóvenes sienten la presión de que deben «elegir» lo que regirá el resto de sus vidas y muchas veces sienten que no pueden equivocarse, o que no pueden modificar su vocación más adelante. Esta presión los paraliza o se sienten presionados por el desprestigio social de algunas elecciones (como las orientaciones artísticas) frente a otras más aceptadas y consideradas «profesiones serias». Quien concurra a una consulta de orientación vocacional esperando respuestas cerradas y garantías, saldrá tan desorientado como entró. Por supuesto que la consulta será de gran ayuda en el sentido de ubicar campos de acción, áreas específicas, capacidades y habilidades. Pero junto a ello, la reflexión sobre el propio proyecto es un tránsito ineludible para cada uno.
Durante los siglos XIX y XX, período que reconocemos como «la modernidad», la identidad aparece como concepto central, caracterizado como invariante, absoluto, universal y ontológico. El conocimiento, desde la perspectiva actual, en un marco de referencia «posmoderno» no es el producto de un sujeto separado de la naturaleza, sino el resultado de la interacción global del hombre con el mundo al que pertenece, entendiendo aquí que se incluyen sus vínculos con los demás sujetos. Desde esta perspectiva, no se «es» ingeniero, contador, arquitecto o docente sino es en el mismo intercambio de hacer con otros ese trabajo. No es una cuestión de identidad o esencia que ubica al sujeto en una posición unívoca y fija, sino que es en su interacción y su vínculo con otros donde se construye. Por supuesto que siempre, una consulta de orientación puede ayudar y existen muchos lugares donde realizarla en forma gratuita.
El mundo contemporáneo ya no tiene por agente principal al ciudadano sino al consumidor. En este contexto, el mercado funciona como un dispositivo de exclusión al exigir al sujeto la dinámica del consumo. Y para consumir, se requiere dinero. La inmediatez de las necesidades y la exigencia de disponer de objetos y bienes para tener una identidad se oponen a los proyectos a largo plazo, el tiempo de espera y la constancia en el estudio. El sujeto será un consumidor o un expulsado del consumo. El mercado es puro presente y la dimensión de futuro no entra en su lógica. Entonces, ¿cómo hacer para que el espacio escolar sea tomado como propio?
Actualmente tenemos que incluir lo diverso, lo multidimensional, lo heterogéneo, lo complejo. Hay una inmensa gama de diferencias que deben ser tenidas en cuenta y muchas veces el error de la institución escolar (como institución, no sus agentes) es no saber cómo dar lugar a ellas.

 

 

Notas

  1. El «self made man» se refiere a individuos que, en un contexto histórico y social distinto, alcanzaron una posición mediante aprendizaje y esfuerzo personal, sin heredar fortuna ni obtener títulos académicos.

Bibliografía

  • LYOTARD Jean- François, La condición posmoderna, REI, Buenos Aires, 1989.
  • PIAGET Jean, Seis estudios de psicología, Planeta Agostini, Barcelona, 1985.

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